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El 95% de los emprendedores fracasan. Y yo, ¿quiero emprender?

Si queres cambiar de estilo de vida, pero no conocés las alternativas o si ves que en tu organización hay mucho jóvenes que renuncian para emprender, este artículo te puede servir.

April 19, 2021

Corría el año 2018 y mi incomodidad con el trabajo que tenía ya era innegable. Estaba mirando una entrevista realizada a un emprendedor que relataba, de manera inspiradora, cómo había conseguido transformar sus sueños en una empresa exitosa.

Por último: ¿Qué consejo le darías al resto de los jóvenes que te están escuchando? – preguntó el periodista
-“A los jóvenes, los invito a que se animen a emprender”,respondió el emprendedor.

La frase fue una daga para mi ansiedad. Me quedé pensando. ¿Será una señal? ¿Cómo no lo pensé antes? Yo quiero ser un emprendedor. El estilo de vida que llevaban, la búsqueda de propósito, el impacto. Todas esas eran palabras que me resonaban y que yo quería en mi vida. Tenía que darme una chance, tenía que probar. Después de todo, alguien lo había hecho.

Emocionado como quien cree que encontró la salida del laberinto, le comenté mi plan a uno de mis amigos del trabajo. Su respuesta no sonaba tan inspiradora: “Mirá Nachito, pensalo un poco, emprender no es algo tan sencillo”. Sus palabras traían otro punto de vista. Estaba confundido.

¿Qué había detrás del fantástico mundo del emprendedurismo? ¿Por qué parecía tan complicado y aspiracional al mismo tiempo?

Me recomendaron un libro para leer: “El Libro negro del emprendedor”, de Fernando Trías. Era un libro muy sencillo pero muy crudo. En sus primeras hojas decía algo que cambió para siempre mi manera de concebir el emprendedurismo:

“No entiendo nada. El 95 por ciento de los emprendedores fracasan antes del quinto año y sólo el 0,02 por ciento de los textos de empresa se dedican a analizar por qué. En cambio, venga a insistir con los ganadores. ¿No es mucho más lógico dar a conocer las piedras con las que tropiezan el 95 por ciento de los emprendedores que analizar a un 5 por ciento de hombres o mujeres de éxito?”

El dato me shockeó. Comprendí a mi amigo del trabajo, comprendí a todos los que todavía no lo habían intentado y también a los que se habían quemado con fuego al hacerlo. ¿Por qué esta persona, referente para mí, me estaba incentivando a que me anime a emprender si tenía un 90 o 95% de chances de que mi negocio o proyecto no funcione? ¿Qué iba a hacer si no conseguía el éxito que soñaba? Yo solo sabía que no quería volver a trabajar de la forma que lo estaba haciendo y emprender sonaba a mucho riesgo.

Comenzamos a discutir sobre esta disyuntiva con varios amigos y compañeros de la facultad. Es que, por ese entonces, todos convivíamos con una situación similar. Estabamos incómodos con el trabajo tradicional, queríamos buscar otro estilo de vida, queríamos dejar una huella pero no queríamos equivocarnos en la solución. Después de todo, sabíamos que fallar no era gratis y para muchos de nosotros podía representar la única chance de nuestras vidas de vivir de la forma que queríamos.

Nos propusimos así, buscar un punto más intermedio. Queríamos emprender, pero queríamos hacerlo en un entorno más cuidado, con menos riesgo. Creíamos, que al menos, si comenzábamos un proyecto juntos y que nos permitiera rápidamente generar ingresos, íbamos a poder ser más sustentables en nuestra búsqueda.

Esta fue nuestra visión al empezar a construir Seeds: generar un espacio que permita que cada vez más gente pueda vivir la experiencia de tener su propio emprendimiento, manejando sus tiempos, trabajando con un propósito y haciendo las cosas a su manera.

Nos propusimos aumentar la tasa de éxito de los emprendedores en vez de buscar incrementar la masa de los mismos. Sabíamos que para obtener resultados distintos íbamos a tener que hacerlo de una manera diferente a cómo se venía haciendo actualmente.

Para esto, buscamos crear un modelo que sea: orgánico, rentable, escalable y que no necesite de grandes inversiones iniciales. Sabíamos que, si el sistema generaba células individuales y rentables, entonces así sería más fácil replicarlo y generar escala.

Así fue como apareció el concepto de Hub de Talentos, como una hipótesis de solución a la problemática que sentíamos muchos jóvenes (y otros no tan jóvenes) trabajando dentro del paradigma tradicional de trabajo. La propuesta era armar una comunidad que integre a toda la gente que tiene nuestras mismas ganas por generar impacto trabajando de lo que más les gusta y de una forma más colaborativa. A todos nosotros, nos llamamos Seeders.  

A esa comunidad, le sumamos también a otros de nuestros aliados, las empresas (los Sponsors como nos gusta llamarlos a nosotros). Y a ellos les ofrecimos una forma ágil de llevar a cabo su negocio a través de trabajar por proyectos con equipos customizados de Seeders que serían seleccionados según experiencia, intereses y cultura.

Convencidos de que la verdadera búsqueda es de otra forma de vida y trabajo, queríamos crear un espacio intermedio entre ser empleado y ser emprendedor (que finalmente tiene más que ver con ser empresario) donde cada uno aporte lo que tiene para poder obtener esto. Los seeders aportamos nuestros sueños, nuestro conocimientos y nuestro tiempo. Las empresas por su lado, aportan los recursos económicos, la experiencia y la estructura necesaria.

Así nació Seeds, soñador, resiliente e imperfecto como todo buen emprendedor. Sabemos que nos enfrentamos a este bendito 95% y, obviamente, con el miedo lógico que eso implica. Y para eso nos aferramos de uno de nuestros lemas “Go fast, go alone. Go further, go together”. Si queremos quebrar estadísticas e ir más lejos, tenemos que ir juntos. Y por eso como nos dice siempre un gran amigo nuestro: si van a venir, están invitados.


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